viernes, 22 de abril de 2011

CRÍTICA UNIVERSITARIA Y MEAS CULPAS EN MATERIA BIOÉTICA

Acabo de encontrarme con la grata invitación de SIDEGEB para poder plasmar ideas que hagan al progreso de la materia bioética en Latinoamérica en especial.
Por un momento, me quedé pensando en cuáles podrían ser los aportes de mi pluma y las reflexiones comenzaron a surgir a partir del momento que me dediqué a la lectura de “Una Extraña Pareja? Ingenierías y Bioéticas” de la Dra. Albarellos.
Dada mi pertenencia catedrática en la carrera de Derecho, he observado que la situación no se da sólo en relación a las “Ciencias Duras”, sino que en este estudio de tipo tradicional, tampoco los programas y planes de estudios se han adecuado a la realidad bioética circundante, y…vaya que a los abogados nos hace falta comprender de modo cabal las incidencias que la materia tiene gravitando sobre las leyes inexistentes!!!
La realidad jurídica es siempre tremendamente dispar de los cambios científicos y sociales, y ello no es justificación ni excusa. Una cosa es que el mundo jurídico permanezca expectante para luego legislar, y otra muy diferente es que se encuentre levitando en el campo del sueño de los justos.
Muchas consecuencias a niveles ambientales, de salud humana, animal, vegetal, criminal y criminalístico se están dando en el entorno y el derecho permanece en un constante marasmo.
Por citar algunos ejemplos de quienes ejercemos, además, la profesión togada de manera liberal: Acaso no nos sería de utilidad extrema el poder manejar con certeza un informe de prueba de ADN en un litigio civil o en un caso penal, más allá del resultado pericial arrojado por el laboratorio? Es que acaso, quienes aún caminamos por el mundo tribunalicio no nos encontramos con una serie de falencias que podríamos evitar, no tan sólo tomando los cursos especializados que se requieran, sino adecuando los planes de estudio de la carrera de Abogacía para que las nuevas generaciones salgan perfectamente preparadas para el reto que el mundo ya impone?
No dejo de recordar el caso – tal vez más mediático del mundo – de O.J. Simpson, en el que la defensa ejercida por el abogado Robert Shapiro, conociendo los alcances de las pruebas genéticas, pudo desacreditarlas y lograr la libertad de su cliente por manipulación de las mismas y el logro de la nulidad de todo lo actuado.
Qué hacer entonces?
Como catedráticos responsables debemos, necesariamente, ponernos manos a la obra para poder ofertar a aquellos que quieren dignificar con su estudio una carrera tan noble como la de Derecho, un programa de estudios de actualidad y altísimo nivel. Obviamente, debemos presentarnos ante las autoridades universitarias y hacer ver la necesidad y el valor de ofrecer un plus de tal medida. La cuestión no es simplemente agregando unidades a los programas temáticos de, por ejemplo, filosofía, sino crear bases terminales en la carrera de materias bioéticas especializadas, conforme la vocación del educando (vgr. Bioética Jurídica Ambiental, Bioética Jurídica en materia de Salud Humana, Bioética Jurídica en materia animal y vegetal, etc.). No olvidemos que de nuestros graduados, el día de mañana, pueden surgir varios legisladores que, al decir de Confucio, entiendan que la peor cobardía es saber qué es lo justo y no hacerlo. Ellos pueden entender cómo y por qué no deben existir las lagunas jurídicas en la materia.
De lo expuesto, surge de manera indubitable la necesidad de contar con docentes especializados e interdisciplinares.
Como conclusión, la labor docente no se queda en el dar una clase y tomar algunos parciales y finales. No se duda de la capacidad de conocimiento de muchos colegas, pero la docencia es una profesión en la que necesariamente se debe asumir que la actualización es permanente. La sociedad necesita especialistas jurídicos en muchas materias, entre ellas, la bioética. (Claro ejemplo de ello son las universidades europeas que ya llevan mucho tiempo propio de adecuación en estos ítems que comentamos)
Cuidado…puede ser tarde. Esperemos que no se nos aplique el consabido: “De no ser así, Dios, la Patria y la Sociedad se lo demanden”.

Dra. Rosaura Salvatierra

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